jueves, 3 de marzo de 2011

Habla Vargas Llosa en la UAM: “nunca tuve facilidad para escribir”

Ciudad de México

“La cultura nació para defendernos contra la infelicidad”, zanja Mario Vargas Llosa.
El Nobel de Literatura 2010 se presentó ayer ante mil jóvenes reunidos en la explanada de la Rectoría de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Próximo a cumplir los 75 años, les habló con la “autoridad de un viejo”.
“Como seres humanos estamos dotados de una condición privilegiada y trágica: imaginar vidas distintas a las que tenemos, y no sólo imaginarlas sino desearlas”, dijo el escritor en su primera visita a México desde que recibiera el Nobel.
La felicidad de Vargas Llosa proviene de haber sido fiel a su vocación literaria después de haber ensayado otras posibilidades como la enseñanza, la abogacía o el periodismo.
Sentado en un café madrileño, mientras escribía una novela, tomó la decisión más importante de su vida: dedicar su tiempo y energía a la escritura y sólo buscar “trabajos alimenticios” que no lo distrajeran de su oficio.
Aquel joven estudiante de doctorado se convenció de que sería infinitamente infeliz si renunciaba por razones prácticas a la literatura.
“Nunca tuve facilidad para escribir, desde joven supe que me requería un gran esfuerzo (...) De todas maneras esas frustraciones significaban un placer, una forma de placer que sólo pueden entender aquellos que dedican su vida a algo que les gusta”, expuso en la conferencia Poder y educación superior.
En el campus universitario, Vargas Llosa habló sobre la que considera es una tarea fundamental de la universidad: ayudar a los jóvenes a encontrar su vocación.
“Es un grave error elegir la profesión que va a comprometer nuestra vida, pensando sólo en el beneficio económico porque nos conduce inevitablemente al fracaso, a la frustración”, planteó.
“La cultura de nuestro tiempo ha identificado la felicidad con el éxito económico”, agregó.
Es preferible, afirmó, una existencia modesta pero de acuerdo consigo mismo que “vivir en la mentira, la frustración y el fracaso aunque se esté rodeado de prosperidad”.
Lanzó una promesa a los universitarios: “Recordarán estos años como los mejores”. Volvió a su propia biografía para ejemplificarlo: en la Universidad de San Marcos, se encontró con la historia del Perú –que lo llevó a pensar en convertirse en historiador–, y con la libertad.
San Marcos cargaba con una tradición de rebeldía, inconformismo e iconoclasia que en tiempos de la dictadura del general Manuel Arturo Odriá Amoretti (1948-1956) le pasó factura con el exilio de profesores e infiltrados en sus patios.
“En la universidad nació mi identificación con la libertad y la democracia y el rechazo a cualquier forma de tiranía, sojuzgamiento y represión del espíritu independiente”, recordó.
Ahí también nació su manera de entender la literatura.
“Una literatura que quiere transmitir mensajes políticos está condenada a fracasar porque impide que surja la magia de la ficción y provoca el rechazo del lector que se siente manipulado y dirigido desde las sombras para tener determinadas reacciones sicológicas o emocionales”.
Vargas Llosa, quien esta noche clausurará el Congreso Internacional de Innovación Educativa, recordó el poder de la ficción.
“La buena literatura no describe la realidad, crea otra realidad, distinta, paralela, más perfecta y bella”.

Un mundo de autómatas

En su discurso, Vargas Llosa criticó la especialización excesiva en las universidades. Por la mañana se había reunido con rectores de instituciones de educación superior.
“Un mundo de especialistas es un mundo de autómatas que saben mucho de su especialidad y nada de lo demás”, expuso.
Abogó por la enseñanza de las humanidades, que en los programas de educación formulados por los gobiernos aparecen como “saberes prescindibles”.
“Esa no puede ser la tarea de la universidad: crear un mundo de seres especializados y autómatas”.
Vargas Llosa finalizó: “El verdadero éxito en una sociedad es haber reducido al máximo la infelicidad humana o preparar a la agente para resistir el infortunio o el fracaso”.
El escritor estuvo acompañado por el rector general de la UAM, Enrique Fernández Fassnacht; la presidenta del Conaculta, Consuelo Sáizar, y Jaime Salinas, director general adjunto de Alianza Educativa Eureka.

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