El G20 estableció el viernes en Pittsburgh (noreste de EEUU) las bases de un nuevo orden económico que otorga más poder a los países emergentes, para evitar otra crisis como la que hace un año sumió en la recesión a las mayores economías del planeta. La cumbre decidó que el G20 -que reúne a Estados Unidos, Europa, Japón y a grandes emergentes como China, Brasil e India- será el “foro principal para la cooperación económica”, en lugar del G8 de países ricos, y se puso manos a la obra para tratar de arreglar los desaguisados provocados por la crisis y los malos manejos que la posibilitaron.
“Hoy hemos tomado medidas audaces y concertadas para asegurar la prosperidad y crear un marco para un crecimiento fuerte, sostenido y equilibrado”, declaró el presidente estadounidense, Barack Obama, en su primera actuación como anfitrión de un gran acontecimiento internacional desde que asumió en enero. Los líderes coincidieron en la necesidad de evitar un retiro “prematuro” de los paquetes gubernamentales de reactivación, ante el riesgo de una recaída en la crisis.
La reactivación aún “no es sólida”, advirtió el presidente chino, Hu Jintao. También se comprometieron en el comunicado final a “asegurar un crecimiento más equilibrado” y destacaron que “todos los miembros del G20 están de acuerdo en corregir las debilidades de sus respectivas economías”.
El equilibrio apunta en particular a que los países con fuertes excedentes comerciales, como Alemania y China, sean menos dependientes de sus exportaciones, como lo reclaman sus clientes altamente endeudados, como Estados Unidos. El G20 también se comprometió a incentivar normas más estrictas sobre los fondos propios de los bancos y a imponer “fuertes normas internacionales” a las primas de los banqueros.
Estas medidas apuntan a evitar la repetición de fenómenos que condujeron a la formación de burbujas financieras y precipitaron la crisis. La cumbre decidió además transferir “al menos 5%” del poder de voto en el FMI y 3% en el Banco Mundial (BM) para los países emergentes, a fin de que el nuevo reparto “refleje el peso económico relativo de sus miembros”.
Se trata de “una victoria extraordinaria”, se congratuló el presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, para quien las conclusiones de la cumbre demuestran que “el mundo se está encaminando rápidamente hacia un nuevo orden económico”. La presidenta argentina, Cristina Kirchner, consideró igualmente que fue “una cumbre diferente que va encauzándose en el verdadero problema: qué tipo de crecimiento queremos”, y se congratuló por el hecho de que buena parte de las discusiones se haya focalizado en las masivas pérdidas de empleo provocadas por la crisis.
Esta fue la tercera cumbre del G20 en menos de un año. Con sus nuevas responsabilidades, el G20 celebrará en adelante dos cumbres anuales. Las de 2010 serán en Canadá y Corea del Sur, y la primera de 2011 en Francia. En cualquier caso, el G20 y el G8 tienen algo en común: las protestas callejeras que provocan y que dieron pie a enfrentamientos entre grupos de manifestantes y las fuerzas de seguridad, en los que fueron detenidas 66 personas.
El viernes, miles de personas desfilaron en seis puntos diferentes de la ciudad, con carteles que afirmaban que “El capitalismo no funciona” o que convocaban a “Salvar el clima”. La crisis financiera que estalló hace dos años en Estados Unidos y que hace un año hundió a la economía mundial aceleró el proceso de irrupción de los países emergentes, indispensables para tratar de forma coordinada otros asuntos de dimensión planetaria, como la crisis alimentaria y el cambio climático.
Irán se convirtió en el convidado de piedra de la reunión, al ser acusado de haber desarrollado una planta nuclear secreta por las potencias occidentales, que exigieron al gobierno iraní acatar las leyes internacionales al respecto so pena de nuevas sanciones “severas”.
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