miércoles, 29 de septiembre de 2010

Impulsan a Rousseff logros antipobreza
Advierten que el eje de la política social del Gobierno tiene que ser ajustado, pues no funciona tan bien en las ciudades como en el campo
Por Alberto Armendáriz / Corresponsal

Río de Janeiro,  Brasil (29 septiembre 2010).-   "Hoy tengo una casa, sé que cuento con algo de dinero a fin de mes, y tengo esperanza de que mis hijos van a tener más oportunidades que yo. Todo gracias a ellos", afirma la manicurista Denise Lopes mientras señala el póster del Mandatario Luiz Inácio Lula da Silva con Dilma Rousseff, la candidata presidencial oficialista, favorita a ganar las elecciones del próximo domingo.



"Para que Brasil siga cambiando", se lee en el afiche del Partido de los Trabajadores (PT) que Lopes, de 30 años y madre soltera de tres niños, colocó en la ventana de su departamento en la periferia de Río.


Beneficiaria del programa de transferencia de renta directa Bolsa Familia y del plan de viviendas sociales Mi Casa, Mi Vida, Lopes enseña con orgullo su nuevo hogar, al que se mudó un mes atrás.

"Si no tuviera la ayuda estatal, tendría que elegir entre cuidar a mis hijos y vivir en la favela o trabajar a tiempo completo y que ellos vivan con sus abuelos", asegura.

Puesto en marcha en 2003, tras la llegada de Lula al poder, hoy el programa Bolsa Familia ayuda a 12.7 millones de familias (50.8 millones de personas) con una renta per cápita menor a 80 dólares mensuales, a las que brinda cada mes entre 12 y 115 dólares.

A cambio, los padres tienen que seguir el calendario de vacunas para sus hijos y éstos deben acudir al menos a 85 por ciento de sus clases hasta los 17 años.

"Ahora que mis hijos más grandes están en la escuela, es cuando aprovecho para atender a clientas del barrio", comenta Lopes.

Una de esas clientas es su vecina Vivian Mendes, de 29 años, quien solía vivir en el Morro (cerro) de los Urubus hasta abril, cuando un deslave destruyó la casa donde vivía.

A través del Ministerio de Desarrollo Social, fue instalada en una de las 604 mil nuevas viviendas construidas por el programa Mi Casa, Mi Vida, lanzado el año pasado, por la que paga un crédito subsidiado de sólo 30 dólares mensuales.

"El impacto electoral de estos programas puede ser enorme. Cada beneficiado de las clases más bajas tiene un voto y lo hará valer", destaca Marcelo Neri, jefe del Centro de Políticas Sociales de la Fundación Getulio Vargas.

Ante este panorama, hasta el candidato opositor José Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), ha prometido aumentar el sueldo mínimo y expandir los programas sociales.

Aún así, los expertos advierten que el principal eje de la política social del Gobierno, el Bolsa Familia, tiene que ser ajustado, pues existe evidencia de que no trabaja tan bien en las ciudades como en el campo.

Según datos de 2006, la incidencia del programa en hogares rurales era de 41 por ciento, mientras que en zonas urbanas era de 17 por ciento, según publicó recientemente The Economist.

En las dos ciudades más grandes de Brasil, Sao Paulo y Río de Janeiro, menos de 10 por ciento de los hogares se benefician del programa, pese a que en ellas se encuentran algunos de los casos de pobreza más graves del país.

Además, existen otros problemas entre los beneficiados de zonas urbanas, donde muchos adolescentes pobres dejan los estudios para trabajar en las calles, ingresan en la delincuencia o se dedican a la vagancia.

"Esto genera problemas de desempleo, drogadicción y criminalidad que no están debidamente encarados por los programas sociales que hoy tenemos. Es un gran desafío para el próximo Gobierno", advierte Neri.


Apuesta la Oposición a obligar segunda vuelta


Aunque la candidata oficialista, Dilma Rousseff, se mantiene como favorita para vencer en las elecciones del próximo domingo, nuevas encuestas siembran dudas en torno a la posibilidad de que se consagre en primera vuelta como Presidenta de Brasil.

De acuerdo a un sondeo de la firma Datafolha revelado ayer, Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), retrocedió 3 puntos en comparación con la medición de la semana pasada y hoy tendría 46 por ciento de las intenciones de voto.

Su principal contrincante, José Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), se mantuvo estable, con 28 por ciento de los apoyos, mientras que la candidata del Partido Verde (PV), Marina Silva, fue la principal beneficiada del retroceso de Rousseff, pues ganó un punto más y ahora se ubica con un respaldo de 13 por ciento.

Los analistas atribuyen los leves cambios en las mediciones de Rousseff a los escándalos de corrupción que salpicaron su candidatura.

Para ganar en primera vuelta, la ley requiere que se logre 50 por ciento más un voto de los sufragios válidos; si no, habría una segunda vuelta el 31 de octubre entre los dos candidatos más votados.

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