domingo, 12 de septiembre de 2010

México: Nuestra endeble Independencia a 200 años

Independencia sin libertad
Tras 200 años de libertad, México ha perdido autonomía alimentaria y energética, y depende en parte de la entrada de las remesas de migrantes
Por Karla Garduño Morán

Ciudad de México  (12 septiembre 2010).-   México llega a la celebración de los 200 años del inicio del movimiento de Independencia con una economía golpeada por la crisis y dependiente de las divisas extranjeras, especialmente de Estados Unidos.

El País ha perdido autonomía en materia alimentaria y energética, al importar cada vez más granos y gasolinas; por otra parte, los ingresos públicos quedaron subordinados desde hace 30 años al petróleo, el cual está a punto de importarse por la caída en la producción y la reducida capacidad de refinación.

¿Asociación o dependencia?

Desde finales del siglo XIX, Estados Unidos ha sido el principal socio de México, tendencia que se confirma al grado que hoy el 80 por ciento de las exportaciones mexicanas se destinan a ese mercado y cerca del 50 por ciento de lo importado proviene de ese país.

A partir de la última década del siglo pasado, las ventas al exterior de México dependen 80 por ciento de la industria manufacturera, la cual está sujeta a la Inversión Extranjera Directa (IED), que es principalmente estadounidense (40 por ciento del total).

Con una relación tan estrecha, México está sujeto a los vaivenes de la economía de Estados Unidos, tanto que cuando aquel país entra en crisis la inversión en México decrece y aumenta el desempleo.

Un ejemplo de esa afectación se registró luego del llamado "Crack del 29" "en la tercera década del siglo XX", el Producto Interno Bruto de México cayó hasta 14 por ciento y el peso tuvo que sufrir una devaluación en 1932 para relanzar la economía.

Lo mismo ocurrió con la crisis de 1982, que se originó por el sobreendeudamiento de México, pero también de Estados Unidos. En esa década, la IED cayó 70 por ciento y el desempleo alcanzó una tasa de 6.2 sobre la Población Económicamente Activa.

Con la más reciente recesión iniciada en 2008 en Estados Unidos, la economía mexicana sufrió un revés del que todavía no se recupera. La caída en la inversión fue de 50 por ciento en 2008, el desempleo llegó a 5.7 por ciento el año pasado y el PIB registró caídas de hasta 10 por ciento.

Otro ejemplo de la dependencia es la entrada de recursos de Estados Unidos a México a través de las remesas enviadas por los migrantes, que según las cifras del Consejo Nacional de Población se han incrementado de 6.4 millones de personas en 1994 a 11.8 millones en 2007.

El País es el mayor receptor de estos recursos en América Latina. Según datos del Banco Interamericano de Desarrollo, en 2009 México recibió 21 mil 132 millones de dólares en remesas. El segundo lugar en América Latina fue Brasil, con 4 mil 700 millones de dólares.

Un estudio realizado por el Centro de Documentación, Información y Análisis de la Cámara de Diputados, en 2008, concluye que las remesas benefician en mayor medida a la población de escasos recursos. Las familias que se ubican entre los deciles 1 y 6 reciben el 70.4 del total de las remesas.

Sin embargo, a partir de la crisis económica en Estados Unidos, el envío de dinero desde el exterior ha ido a la baja a partir del 2008. Ese año las remesas cayeron 3.6 por ciento respecto al 2007 y en 2009 volvieron a caer hasta 15.7 por ciento, según datos del BID.

Comercio en dos siglos

Durante el siglo XIX, las relaciones entre Estados Unidos y México transitaron entre fricciones, particularmente desde la invasión en 1847, tras la cual México perdió territorio de Texas.

Aun así, el comercio entre ambos países cobró importancia. En 1870 las exportaciones de México a Estados Unidos representaban el 55 por ciento del total y para 1910 habían llegado al 76 por ciento.

Las importaciones pasaron del 23 al 56 por ciento en esos mismos 40 años, según datos de la investigadora de El Colegio de México Sandra Kuntz (El comercio México-Estados Unidos 1870 1929: reconstrucción, estadísticas y tendencias generales ).

A pesar del movimiento revolucionario y de la intervención estadounidense en el puerto de Veracruz en 1914, Estados Unidos se mantuvo como el principal socio durante todo el siglo XX.

Las exportaciones oscilaron entre 67 y 70 por ciento en las décadas de los 20 y los 30, mientras que las importaciones llegaron al 75 por ciento, debido al desabasto local que provocó la Revolución.

La subordinación de México al intercambio con Estados Unidos llegó a tal punto que durante la Gran Depresión, iniciada con el "Crack del 29" en Wall Street, las exportaciones totales del País se redujeron a la mitad del nivel que tenían en 1927 y las importaciones fueron hasta tres veces menores, como se refleja en las cifras del Banco Nacional de Comercio Exterior.

En 1930, el Producto Interno Bruto de México se redujo 6.5 por ciento. Dos años después el peso se devaluó 30 por ciento y la economía cayó 14 por ciento.

Estados Unidos comenzó su recuperación a partir de 1932 y la consolidó antes de participar en la Segunda Guerra Mundial. México creció de la mano de su vecino con mayores exportaciones, que sólo entre 1934 y 1935 aumentaron 50 por ciento.

En los 40, los Gobiernos de Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán fomentaron un modelo de sustitución de importaciones en el que se redujo la compra de bienes de consumo para proteger la industria interna, pero se flexibilizó la importación de los llamados bienes de uso intermedio (materias primas) y los bienes de capital (maquinaria y equipo), de manera que esa política no afectó a Estados Unidos, que se convirtió en el principal proveedor de la industria mexicana.

A pesar de la política proteccionista de Miguel Alemán, Estados Unidos aumentó su participación en la industria mexicana en los años cincuenta. En 1940, el 63.7 de la inversión extranjera directa (IED) provenía del país vecino, mientras que en 1960 el porcentaje ascendió a 83.2.

Con la puesta en marcha del programa de maquila de exportación en 1966 "que dio facilidades a las empresas maquiladoras para instalarse y ofrecer empleos" inició en el país un auge exportador y de inversión extranjera.

En 1970 se habían instalado 120 plantas en la línea fronteriza y cuatro años después la cifra se triplicó.

Con este auge, la inversión extranjera directa en México inició su escalada, especialmente por la participación de Estados Unidos.

Mientras que en 1940 el gasto estadounidense en manufactura representaba apenas el 2.7 por ciento del total de sus inversiones, en 1957 ascendió a 45.3 y para 1972 ya representaba el 69.8 por ciento, según datos recopilados por Gustavo Vega en su libro El Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Visión retrospectiva y retos a futuro (El Colegio de México, 2010).

Entre 1980 y 1988, el 66.34 por ciento de la IED provenía del sector manufacturero. Según cifras del INEGI, a partir de 1983 las exportaciones manufactureras comenzaron a crecer en niveles superiores al 50 por ciento, mientras que las extractivas y las agropecuarias fueron en descenso desde principios de los ochenta.

Por ejemplo, en febrero de 1983, mientras que las exportaciones agropecuarias y extractivas decrecieron 30 y 44 por ciento, respectivamente, las manufactureras tuvieron un crecimiento de 60 por ciento.

Cambio de intereses

A pesar de ocupar un lugar entre los 10 principales países productores de petróleo, las exportaciones de Pemex han ido a la baja. En 1980 las ventas externas de productos petroleros representaban el 67.3 por ciento del total, pero el crecimiento de la industria manufacturera las desplazó y para 1991 significaban apenas el 19.13 por ciento de las exportaciones del país.

En cambio, la participación de la industria manufacturera pasó de 19.5 por ciento en 1980, a 52 por ciento en 1990. A partir de 1991, cuando en la estadística del INEGI de la industria manufacturera se incluyeron las exportaciones de la maquila, éstas alcanzaron porcentajes superiores al 80 por ciento que se mantienen hasta la fecha.

La baja en las exportaciones petroleras y el aumento de la maquila no fueron casuales. Tras la crisis de 1982 "provocada por el fuerte endeudamiento del país y los vaivenes del gobierno de Miguel de la Madrid" Carlos Salinas de Gortari impulsó un nuevo modelo económico encaminado a aumentar la inversión privada y las exportaciones.

Gracias a las nuevas políticas de apertura, la inversión creció a niveles superiores al 20 por ciento desde 1989. Según datos del Banco Interamericano de Desarrollo, la IED aumentó a partir de la década de los noventa y, de representar el 0.9 por ciento del PIB, pasó a 4.4 por ciento en 2007, año en que comenzó a disminuir, y para 2009 bajó a 3.3 por ciento.

El crecimiento tanto en la IED como en el comercio exterior fue resultado del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Canadá y México, que entró en vigor en 1994.

De 1990 a 1995 las exportaciones crecieron del 14.3 por ciento del PIB al 25.4 y las importaciones pasaron de 18.1 a 26 por ciento en el mismo periodo. El crecimiento se ha mantenido, para 2009 las exportaciones alcanzaron el 37.1 y las importaciones llegaron al 41.5 por ciento.

'Seguridad' alimentaria

Desde hace más de 20 años México importa maíz, su alimento más representativo, porque su producción es insuficiente. En 2009, la compra de este grano llegó al 27.4 por ciento de lo que se consume, según reportó el gobierno federal en su Cuarto Informe.

La importación de otros productos alimenticios básicos como el arroz, el frijol, la carne de puerco y el pollo ha aumentado en los últimos años; del 2000 al 2009, por ejemplo, las compras externas de frijol pasaron del 6.6 por ciento sobre el consumo a 14.5 y las de carne de aves aumentaron de 11.2 a 15 por ciento en 10 años.

Según datos de la Organización Mundial de Comercio, México ocupa el sexto lugar entre los países importadores de alimentos con un 1.9 por ciento del total. La Unión Europea, Estados Unidos, Japón y Canadá tienen un porcentaje más alto, pero sus importaciones han disminuido en los últimos 10 años, mientras que las de México van a la alza: entre 2007 y 2008 crecieron un 20 por ciento.

Desde la década de los ochenta el saldo en la balanza comercial agropecuaria y agroalimentaria resulta negativo la mayoría de los años; es decir, las importaciones son mayores que las exportaciones. Sin embargo, mientras que en 1995 "el segundo año del Tratado de Libre Comercio" la diferencia entre exportaciones e importaciones fue de mil 300 millones de dólares a favor de las ventas al exterior, en 2009 el saldo fue de menos 2 mil 400 millones.

Petróleo a la baja

Como parte de la estrategia para allegarse de inversión privada, entre 1982 y 1993 el gobierno mexicano privatizó 938 de las mil 155 empresas paraestatales que tenía. En 1994, tras la crisis y el Tratado de Libre Comercio, este proceso que hasta 1998 había recaudado 30 mil millones de dólares se frenó y el Estado se quedó con empresas clave como la Comisión Federal de Electricidad y Petróleos Mexicanos.

Con la firma del Tratado de Libre Comercio, México permitió la entrada de mayores capitales extranjeros a sus paraestatales a través de la contratación de obras y servicios y en 2008 se impulsó una reforma energética encaminada a permitir la inversión extranjera. Sin embargo, lejos de hacer funcionar a Pemex como una empresa, el Estado sigue recargando sus finanzas en la paraestatal.

Desde 1980, el porcentaje de participación de los recursos provenientes del petróleo en el ingreso del gobierno ya era superior al 30 por ciento. En 1983 la participación alcanzó el 50 por ciento y en 1989 bajó nuevamente hasta niveles cercanos al 30 por ciento.

Luego del pago de impuestos y derechos, las finanzas de Pemex quedan en números rojos desde 1998, lo que aumenta su endeudamiento. En 2009, por ejemplo, la paraestatal reportó un rendimiento de operación de 428 mil millones de pesos, pero tras el pago de derechos e impuestos registra una pérdida neta de 94 mil 600 millones de pesos.

El futuro para la empresa no es prometedor. Desde el 2005, la producción petrolera comenzó a disminuir; en ese año se dejaron de producir 39 mil barriles diarios y la caída fue gradual.

En cinco años se ha pasado de una producción de 3 millones 382.9 mil barriles diarios a una de 2 millones 578 mil barriles diarios en el segundo trimestre del 2010.

Actualmente México produce crudo pesado mientras sus refinerías están hechas para procesar crudo ligero. De las seis refinerías "la última construida hace 26 años" sólo dos se han reconfigurado para trabajar con petróleo pesado, por lo que la paraestatal podría importar crudo ligero para refinar.

La insuficiencia de las refinerías mexicanas mantiene la producción de gasolinas con un crecimiento irregular desde hace una década. En 2003 aumentó un 11 por ciento respecto al año anterior, pero en 2005 decreció 2.5 por ciento y en 2008 también bajó poco más del 1 por ciento.

En cambio, el aumento en la demanda se sostiene entre 5.5 y 6.9 por ciento anual, por lo que en la década de los ochenta México comenzó a importar gasolinas, aunque en porcentajes que no superaban el 1 por ciento de lo que se consumía en el país. Fue hasta 1989 que se importó una cantidad considerable de gasolina (el 6.7 por ciento del total), un porcentaje que para 1993 ya era de 18.5 y en 1998 de más del 27.8 por ciento.

La importación de gasolinas disminuyó en los siguientes años, pero a partir del 2005, cuando llegó al 28.3 del total de lo vendido en el país, fue creciendo hasta alcanzar el 40 por ciento que representa actualmente.

El gobierno de Felipe Calderón anunció el 8 de octubre del 2008 la construcción de una nueva refinería en el país, pero cálculos de expertos señalan que actualmente resulta más barato comprar alguna en Estados Unidos y llevar la producción para allá "como ya sucede con Deer Park en Texas" que construir una. Aunque el gobierno insiste en que se invertirá en la construcción de una nueva refinería en Hidalgo, ésta no ha comenzado.

Pérdida de confianza

En los últimos años la confianza de los inversionistas ha decrecido y con ello la IED.

Según el "Informe Mundial sobre las Inversiones 2010", publicado en agosto de 2010 por Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés), México salió de la lista de las principales 20 economías receptoras de IED.

El país ha bajado también su calificación en el índice de competitividad global del Foro Económico Mundial. Mientras que en 2007-2008 estaba en el lugar 52, en 2010-2011 cayó al lugar 66.

A pesar de su dependencia de la IED, México no ofrece facilidades para la apertura de negocios. Un análisis realizado por el Banco Mundial señala que el país se encuentra por debajo de la media de otros miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico en aspectos como número de procedimientos, tiempo promedio y costo para la apertura de un negocio.

Otros riesgos

México también depende cada vez más del exterior en temas como tecnología, seguridad y justicia.

Durante la pandemia de Influenza A H1N1, en abril y mayo del 2009, se evidenciaron las consecuencias de la falta de impulso a la tecnología.

La falta de equipo especializado obligó a que durante las primeras semanas de la contingencia las pruebas científicas del virus se tuvieran que realizar en Estados Unidos, lo cual retrasó el diagnóstico. Además, hubo que esperar para recibir del exterior el total de los 27 millones de vacunas que se aplicaron, según explicó el director del Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades, Miguel Ángel Lezana.

El tráfico de armas de Estados Unidos a México y el paso de drogas en sentido contrario vulneran las estrategias del gobierno federal en su lucha contra el narcotráfico. Según un informe de las Naciones Unidas titulado "La globalización del delito", más de 20 mil armas son traficadas anualmente desde Estados Unidos a México.

En materia de justicia, cada vez es mayor la necesidad de recurrir ante organismos internacionales, especialmente en el tema de derechos humanos. Entre el 2000 y el 2009, el número de casos contra el Estado mexicano llevados ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos pasó de 27 a 232, sólo por debajo de Colombia.

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