Téllez presume a la BMV frente a Bovespa
El mercado mexicano tiene un régimen financiero más moderno que el de Brasil, dice su presidente; la bolsa brasileña rebasa los rendimientos de la mexicana con 3.8 veces más empresas enlistadas.
La Bovespa es uno de los mercados con tecnología más avanzada. (Foto: Bloomberg News)
Los brasileños han sabido vender sus reformas en todo el mundo, reconoce Luis Téllez, presidente de la Bolsa Mexicana de Valores. (Foto: Alfredo Pelcastre / Mondaphoto)
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ENFOQUE
Brasil, la estrella de Latinoamérica El país destaca frente a otros por su liderazgo, competitividad y atractivo para la inversión. |
Por: Hernán Iglesias Illa
SAO PAULO — Hace un año, Luis Téllez viajó a Nueva York para presentarse ante inversores y analistas como el nuevo presidente de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) y evaluar qué imagen tenían de México en la capital mundial de las finanzas.
Se encontró con un panorama que lo sorprendió bastante: los estrategas de los bancos de inversión y los representantes de los fondos institucionales estaban entusiasmadísimos con el Novo Mercado, el flamante índice de la Bolsa de São Paulo que sólo admite empresas con estructuras accionarias transparentes e igualitarias, pero parecían conocer poco sobre la situación regulatoria en México, donde todas las compañías con acciones en la BMV protegen a sus accionistas minoritarios con reglas tan estrictas como las del nuevo índice paulista.
“Esto los brasileños lo han hecho muy bien”, explica Téllez. “Han sabido vender sus reformas en todo el mundo”. En cambio, recuerda el ejecutivo, muchos de los inversores y analistas sentados frente a él en aquellas reuniones en Nueva York no sabían que México ha tenido, desde mediados del sexenio de Vicente Fox, una legislación financiera tan o aún más moderna que la de Brasil.
La anécdota de Téllez muestra una vez más cómo las percepciones han desempeñado un papel fundamental en los últimos años a la hora de juzgar las similitudes y las diferencias entre México y Brasil: donde muchos observadores han visto triunfos brasileños y fracasos mexicanos ha habido situaciones más complejas, en las cuales las diferencias entre ambos países eran menores o inexistentes.
Aun así, Téllez y buena parte de la comunidad financiera mexicana admiten que un aspecto de su economía en el cual Brasil sí puede mostrar un progreso real y un despegue indisimulable, es en la profundidad y el vigor de sus mercados de valores.
“Brasil es una potencia financiera, con muchos bancos y fondos de inversión locales y muy consolidados”, dice un inversionista mexicano radicado en Nueva York. “En ese sentido sí está un paso por encima de México”.
En los últimos tres o cuatro años, la capitalización de mercado de las empresas en la Bolsa de Brasil ha alcanzado un tamaño similar o apenas inferior al de la economía del país (de alrededor de 1.5 billones de dólares en términos absolutos), muy superior al del mercado financiero de México, donde el valor de las compañías listadas en la BMV suma alrededor de 400,000 millones de dólares (MDD) en una economía de algo menos de 1 billón de dólares.
La locomotora de este proceso –que derrama efectos positivos: más liquidez, más inversión– es la Bovespa, la Bolsa paulista, que en 2007 se convirtió en una empresa pública, siguiendo el proceso iniciado por las bolsas europeas y estadounidenses, recaudando3,700 MDD.
La BMV también se transformó en una firma privada: su oferta pública de acciones recaudó 450 MDD en junio de 2008.
La Bovespa no es sólo una de las bolsas de todo el mundo que más beneficios ofreció el año pasado (98% en moneda local, casi 150% en dólares, frente a 43% en pesos del IPC mexicano), sino que también se ha convertido en un lugar donde firmas globales eligen flotar sus acciones, como antes lo hacían en Londres o Nueva York.
El mundo financiero lanzó un suspiro de admiración en octubre cuando el Banco Santander prefirió la Bovespa para sacar a la venta una parte de sus filiales internacionales: recaudó 8,000 MDD en la operación, la mayor salida a Bolsa en todo el mundo en 2009.
En el centro de São Paulo, sobre una calle peatonal burbujeante de oficinistas y visitantes, un edificio señorial de columnas grises y techos altos aloja el viejo salón de negociaciones, donde durante un siglo se vendieron papeles a gritos.
Ahora, desde que la Bovespa se ha convertido en un mercado completamente electrónico, el lugar es un museo y un parque temático financiero, donde los viejos operadores, transformados en obsoletos por el avance de la tecnología, pasean a los turistas que quieren conocer cómo funciona el mundo de las finanzas. En las paredes, media docena de tableros electrónicos muestran los precios en tiempo real de las 477 empresas de la Bovespa. (En la Bolsa mexicana hay 125.) Una joven rubia y multilingüe explica, en la puerta del museo: “La Bovespa es uno de los mercados tecnológicamente más sofisticados del mundo”.
Las diferencias sí importan
¿Cuál es la diferencia entonces entre los mercados financieros de México y Brasil?, ¿por qué los bancos de Brasil son responsables de 60% de los préstamos de toda América Latina?, ¿por qué elBNDES, el banco estatal de desarrollo de Brasil, tiene entregados más créditos a empresas que el Banco Mundial en todo el planeta?, ¿por qué Brasil tiene el insólito problema de que hay demasiado capital extranjero intentando operar en sus mercados de valores?, ¿por qué hay 5,000 fondos de inversión en Brasil y apenas algo más de 500 en México?, ¿por qué en Brasil hay casi dos millones de inversionistas individuales y en México poco más de 130,000?
Las respuestas son variadas, complejas y no sólo financieras: como dicen Téllez y otros analistas, las percepciones sobre Brasil, especialmente con respecto a las finanzas, a veces se mezclan y se confunden con la realidad.
De hecho, en algunas de las cuestiones estructurales necesarias para tener mercados financieros vigorosos y profundos –que den crédito amplio y barato, que gestionen inversiones estables y de largo plazo–, la situación de Brasil tiene mejor aspecto que la de México, pero en otras, dice Téllez, México está mejor que Brasil.
Uno de los sectores donde la BMV corre con ventaja sobre la Bovespa es en el mercado de deuda corporativa, en el que el año pasado se emitieron 120 bonos de mediano y largo plazo, por 220,000 millones de pesos, cifra similar a la de Brasil pero con una economía más pequeña.
Brasil tiene un desarrollo más profundo que México en dos sectores que han ganado importancia en los últimos años. Uno de ellos son los mecanismos para agilizar la salida a Bolsa de las empresas medianas o grandes que necesitan una inyección de financiamiento con el objetivo de abrir operaciones fuera del país. (En 2007, el último año normal antes de la crisis, cuatro compañías mexicanas ofrecieron parte de su capital al público. En Brasil fueron 64.)
El otro sector con ventaja brasileña es el mercado de derivados, que desde el aumento en los precios de las commodities se ha convertido en una importantísima fuente de inversiones y negocios financieros.
Con respecto al acceso de las empresas a la Bolsa, Téllez admite que las gestiones del gobierno brasileño han marcado una diferencia. “Son distintas culturas financieras. En Brasil, promovida por el gobierno, hay una mayor tendencia a financiarse con instrumentos de capital (en la Bolsa). En México, en cambio, tenemos un mercado de deuda muy sofisticado y desarrollado”.
En los derivados (contratos financieros pactados sobre la evolución de otros productos, como un bono o petroprecios), Brasil corre con la paradójica ventaja de tener una historia salpicada de crisis y turbulencias. Décadas de inflación alta o altísima acostumbraron a los banqueros, a los empresarios y a los gobiernos de ese país a manejar con comodidad productos financieros que les permitían reducir o cubrirse del riesgo antes sacudones cambiarios o financieros inesperados.
Aquel aprendizaje floreció en estos años en los que la soya, el mineral de hierro y el crudo, todos productosde exportación con origen y comercialización en Brasil, se convirtieron en estrellas de los inversionistas globales.
Téllez, sin embargo, quiere recordar algunas cuestiones que consuelan (al menos en parte) el menor tamaño financiero de México. Una de ellas es que, en Brasil, todo el sector energético tiene partes importantes de su capital flotando en la Bovespa. La mitad de Petrobras disponible para el capital privado representa por sí misma un sexto de todo el valor de mercado de la Bolsa brasileña, y las distintas compañías eléctricas aportan casi otro tanto.
Los analistas extranjeros, a quienes les encanta comparar a Petrobras y Pemex como si fueran metáforas de Brasil y México, tienen aquí otro argumento sobre el cual apoyarse. “Imaginemos cuánto crecería el valor de mercado de la Bolsa mexicana”, dijo hace poco un estratega latinoamericano de Wall Street, “si sólo un poquito de Pemex o de la CFE pudiera comprarse o venderse libremente”.
Téllez, por su parte, también cree que una consecuencia negativa del TLCAN es que muchas de las compañías extranjeras que invirtieron en México en la última década y media lo hicieron sin recurrir a sus mercados de valores. “La gran mayoría de esas empresas no cotizan en la BMV”, dice el ejecutivo mexicano.
Pero el futuro parece sonreírle a México, que en los próximos años podría descontar parte de la ventaja financiera brasileña. Un factor importante será, por ejemplo, la mayor libertad de las afores, que a partir de este año podrán invertir en acciones individuales. “Eso le dará a México una liquidez importante”, asegura Téllez.
En Brasil, los fondos de pensiones han operado siempre con pocas restricciones.) En cuanto a la tecnología, Téllez dice que “en un año”, la BMV estará al mismo nivel de la Bovespa. “Competimos con ellos por flujos de inversión, necesitamos la mejor tecnología”, explica.
En otros aspectos, México deberá esperar un poco más. Brasil posee un ecosistema de bancos de inversión y fondos de cobertura robusto y que además está, en buena parte, en manos de capitales brasileños. Los grandes bancos mexicanos son pocos y están casi todos en manos extranjeras. “Eso reduce, aunque sea inconscientemente, su entusiasmo o su compromiso con los mercados locales”, opina un analista brasileño. Arturo Porzecanski, profesor de Finanzas Internacionales de la American University, en Washington, dice que un problema importante de México es la falta de renovación y competencia: “En demasiados sectores, incluido el financiero, los actores son a menudo pocos. Y son siempre los mismos”.
Se encontró con un panorama que lo sorprendió bastante: los estrategas de los bancos de inversión y los representantes de los fondos institucionales estaban entusiasmadísimos con el Novo Mercado, el flamante índice de la Bolsa de São Paulo que sólo admite empresas con estructuras accionarias transparentes e igualitarias, pero parecían conocer poco sobre la situación regulatoria en México, donde todas las compañías con acciones en la BMV protegen a sus accionistas minoritarios con reglas tan estrictas como las del nuevo índice paulista.
“Esto los brasileños lo han hecho muy bien”, explica Téllez. “Han sabido vender sus reformas en todo el mundo”. En cambio, recuerda el ejecutivo, muchos de los inversores y analistas sentados frente a él en aquellas reuniones en Nueva York no sabían que México ha tenido, desde mediados del sexenio de Vicente Fox, una legislación financiera tan o aún más moderna que la de Brasil.
La anécdota de Téllez muestra una vez más cómo las percepciones han desempeñado un papel fundamental en los últimos años a la hora de juzgar las similitudes y las diferencias entre México y Brasil: donde muchos observadores han visto triunfos brasileños y fracasos mexicanos ha habido situaciones más complejas, en las cuales las diferencias entre ambos países eran menores o inexistentes.
Aun así, Téllez y buena parte de la comunidad financiera mexicana admiten que un aspecto de su economía en el cual Brasil sí puede mostrar un progreso real y un despegue indisimulable, es en la profundidad y el vigor de sus mercados de valores.
“Brasil es una potencia financiera, con muchos bancos y fondos de inversión locales y muy consolidados”, dice un inversionista mexicano radicado en Nueva York. “En ese sentido sí está un paso por encima de México”.
En los últimos tres o cuatro años, la capitalización de mercado de las empresas en la Bolsa de Brasil ha alcanzado un tamaño similar o apenas inferior al de la economía del país (de alrededor de 1.5 billones de dólares en términos absolutos), muy superior al del mercado financiero de México, donde el valor de las compañías listadas en la BMV suma alrededor de 400,000 millones de dólares (MDD) en una economía de algo menos de 1 billón de dólares.
La locomotora de este proceso –que derrama efectos positivos: más liquidez, más inversión– es la Bovespa, la Bolsa paulista, que en 2007 se convirtió en una empresa pública, siguiendo el proceso iniciado por las bolsas europeas y estadounidenses, recaudando3,700 MDD.
La BMV también se transformó en una firma privada: su oferta pública de acciones recaudó 450 MDD en junio de 2008.
La Bovespa no es sólo una de las bolsas de todo el mundo que más beneficios ofreció el año pasado (98% en moneda local, casi 150% en dólares, frente a 43% en pesos del IPC mexicano), sino que también se ha convertido en un lugar donde firmas globales eligen flotar sus acciones, como antes lo hacían en Londres o Nueva York.
El mundo financiero lanzó un suspiro de admiración en octubre cuando el Banco Santander prefirió la Bovespa para sacar a la venta una parte de sus filiales internacionales: recaudó 8,000 MDD en la operación, la mayor salida a Bolsa en todo el mundo en 2009.
En el centro de São Paulo, sobre una calle peatonal burbujeante de oficinistas y visitantes, un edificio señorial de columnas grises y techos altos aloja el viejo salón de negociaciones, donde durante un siglo se vendieron papeles a gritos.
Ahora, desde que la Bovespa se ha convertido en un mercado completamente electrónico, el lugar es un museo y un parque temático financiero, donde los viejos operadores, transformados en obsoletos por el avance de la tecnología, pasean a los turistas que quieren conocer cómo funciona el mundo de las finanzas. En las paredes, media docena de tableros electrónicos muestran los precios en tiempo real de las 477 empresas de la Bovespa. (En la Bolsa mexicana hay 125.) Una joven rubia y multilingüe explica, en la puerta del museo: “La Bovespa es uno de los mercados tecnológicamente más sofisticados del mundo”.
Las diferencias sí importan
¿Cuál es la diferencia entonces entre los mercados financieros de México y Brasil?, ¿por qué los bancos de Brasil son responsables de 60% de los préstamos de toda América Latina?, ¿por qué elBNDES, el banco estatal de desarrollo de Brasil, tiene entregados más créditos a empresas que el Banco Mundial en todo el planeta?, ¿por qué Brasil tiene el insólito problema de que hay demasiado capital extranjero intentando operar en sus mercados de valores?, ¿por qué hay 5,000 fondos de inversión en Brasil y apenas algo más de 500 en México?, ¿por qué en Brasil hay casi dos millones de inversionistas individuales y en México poco más de 130,000?
Las respuestas son variadas, complejas y no sólo financieras: como dicen Téllez y otros analistas, las percepciones sobre Brasil, especialmente con respecto a las finanzas, a veces se mezclan y se confunden con la realidad.
De hecho, en algunas de las cuestiones estructurales necesarias para tener mercados financieros vigorosos y profundos –que den crédito amplio y barato, que gestionen inversiones estables y de largo plazo–, la situación de Brasil tiene mejor aspecto que la de México, pero en otras, dice Téllez, México está mejor que Brasil.
Uno de los sectores donde la BMV corre con ventaja sobre la Bovespa es en el mercado de deuda corporativa, en el que el año pasado se emitieron 120 bonos de mediano y largo plazo, por 220,000 millones de pesos, cifra similar a la de Brasil pero con una economía más pequeña.
Brasil tiene un desarrollo más profundo que México en dos sectores que han ganado importancia en los últimos años. Uno de ellos son los mecanismos para agilizar la salida a Bolsa de las empresas medianas o grandes que necesitan una inyección de financiamiento con el objetivo de abrir operaciones fuera del país. (En 2007, el último año normal antes de la crisis, cuatro compañías mexicanas ofrecieron parte de su capital al público. En Brasil fueron 64.)
El otro sector con ventaja brasileña es el mercado de derivados, que desde el aumento en los precios de las commodities se ha convertido en una importantísima fuente de inversiones y negocios financieros.
Con respecto al acceso de las empresas a la Bolsa, Téllez admite que las gestiones del gobierno brasileño han marcado una diferencia. “Son distintas culturas financieras. En Brasil, promovida por el gobierno, hay una mayor tendencia a financiarse con instrumentos de capital (en la Bolsa). En México, en cambio, tenemos un mercado de deuda muy sofisticado y desarrollado”.
En los derivados (contratos financieros pactados sobre la evolución de otros productos, como un bono o petroprecios), Brasil corre con la paradójica ventaja de tener una historia salpicada de crisis y turbulencias. Décadas de inflación alta o altísima acostumbraron a los banqueros, a los empresarios y a los gobiernos de ese país a manejar con comodidad productos financieros que les permitían reducir o cubrirse del riesgo antes sacudones cambiarios o financieros inesperados.
Aquel aprendizaje floreció en estos años en los que la soya, el mineral de hierro y el crudo, todos productosde exportación con origen y comercialización en Brasil, se convirtieron en estrellas de los inversionistas globales.
Téllez, sin embargo, quiere recordar algunas cuestiones que consuelan (al menos en parte) el menor tamaño financiero de México. Una de ellas es que, en Brasil, todo el sector energético tiene partes importantes de su capital flotando en la Bovespa. La mitad de Petrobras disponible para el capital privado representa por sí misma un sexto de todo el valor de mercado de la Bolsa brasileña, y las distintas compañías eléctricas aportan casi otro tanto.
Los analistas extranjeros, a quienes les encanta comparar a Petrobras y Pemex como si fueran metáforas de Brasil y México, tienen aquí otro argumento sobre el cual apoyarse. “Imaginemos cuánto crecería el valor de mercado de la Bolsa mexicana”, dijo hace poco un estratega latinoamericano de Wall Street, “si sólo un poquito de Pemex o de la CFE pudiera comprarse o venderse libremente”.
Téllez, por su parte, también cree que una consecuencia negativa del TLCAN es que muchas de las compañías extranjeras que invirtieron en México en la última década y media lo hicieron sin recurrir a sus mercados de valores. “La gran mayoría de esas empresas no cotizan en la BMV”, dice el ejecutivo mexicano.
Pero el futuro parece sonreírle a México, que en los próximos años podría descontar parte de la ventaja financiera brasileña. Un factor importante será, por ejemplo, la mayor libertad de las afores, que a partir de este año podrán invertir en acciones individuales. “Eso le dará a México una liquidez importante”, asegura Téllez.
En Brasil, los fondos de pensiones han operado siempre con pocas restricciones.) En cuanto a la tecnología, Téllez dice que “en un año”, la BMV estará al mismo nivel de la Bovespa. “Competimos con ellos por flujos de inversión, necesitamos la mejor tecnología”, explica.
En otros aspectos, México deberá esperar un poco más. Brasil posee un ecosistema de bancos de inversión y fondos de cobertura robusto y que además está, en buena parte, en manos de capitales brasileños. Los grandes bancos mexicanos son pocos y están casi todos en manos extranjeras. “Eso reduce, aunque sea inconscientemente, su entusiasmo o su compromiso con los mercados locales”, opina un analista brasileño. Arturo Porzecanski, profesor de Finanzas Internacionales de la American University, en Washington, dice que un problema importante de México es la falta de renovación y competencia: “En demasiados sectores, incluido el financiero, los actores son a menudo pocos. Y son siempre los mismos”.
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