México y Brasil, tan cerca y tan lejos
José Berman acepta que es incómodo decirlo, pero México tiene mucho que aprender de Brasil; según el economista de MIT, el país sudamericano deber ser un referente de éxito para los mexicanos.
Brasil, la estrella de Latinoamérica El país destaca frente a otros por su liderazgo, competitividad y atractivo para la inversión. |
En 1980, ambas naciones tenían sectores públicos amplios y estructuras económicas similares, producto de décadas del modelo de sustitución de importaciones; sus sectores agrícola e industrial estaban protegidos. Hoy, ambos países han abierto sus economías al comercio mundial, aunque a ritmos diferentes y con resultados distintos. Veamos las diferencias:
1. La apertura mexicana y la apertura brasileña. México firmó un Tratado de Libre Comercio (TLC) con EU y Canadá, en un entorno en el que tenía problemas de deuda externa e interna, alta inflación y devaluación. Es imposible que en tal emergencia se hayan tomado las previsiones necesarias para no lastimar al sector manufacturero mexicano, y para no quebrar sus cadenas productivas.
En cambio, el sector industrial brasileño se abrió al mundo paulatina y selectivamente. Hoy, Brasil e India representan a los países en desarrollo en la Ronda de Doha, en negociaciones sobre la apertura de su industria, a cambio de concesiones a sus sectores agrícolas, ante EU y la Unión Europea. México no participa en pláticas de esta magnitud.
2. La alternancia que no fue y la que sí ocurrió. En México, la alternancia democrática llevó al poder al PAN (centro-derecha), que en materia económica hace lo mismo que el PRI. Como resultado, los coeficientes de Gini (que miden la distribución relativa del ingreso) se vieron perjudicados. Datos del INEGI indican que los más pobres perdieron en términos relativos y absolutos entre 2006 y 2008.
En Brasil, un ex operador de maquinaria del sector metal-mecánico ganó, al cuarto intento, la Presidencia en 2002. A diferencia de otros gobiernos de izquierda en la región, las credenciales democráticas de Lula son casi intachables.
La base de la popularidad del Partido de los Trabajadores, de Lula, ha sido la mejora en el nivel de vida de la población de bajos ingresos: reducción en el número de personas debajo del nivel de pobreza, y mejora en el coeficiente de Gini. Justo al revés de la política panista. Lula logró esto sin provocar fracturas regionales o raciales fuertes y sin antagonizar a la población de altos ingresos. Esto, pese a su popularidad.
3. Las empresas estatales. En 2006, como táctica de reelección, Lula acusó a su oponente de centro-derecha de querer privatizar las empresas públicas. Estas compañías, entre las que figura Petrobras, gozan del aprecio de los brasileños. Al día siguiente, su rival apareció con una chamarra llena de escudos de las paraestatales.
En México, hubo privatizaciones a ultranza en el sexenio 88-94, que dejaron al sector público productivo casi vacío.
Las empresas públicas se utilizan para control macroeconómico. En la forma más obvia, se ordena a estas compañías invertir en forma contracíclica (lo que no harían si fueran privadas), con lo cual se logra acelerar la economía cuando hay peligro de recesión. Esto lo hicieron Brasil, India y China, este año.
4. La globalización. México destina 80% de sus exportaciones a EU. Brasil tiene exportaciones diversificadas, y este año sus ventas a China superaron por primera vez sus exportaciones a EU. Esto le da mejor perspectiva: se estima que la economía de EU crezca de 2 a 3%, y la china, de 7 a 10% en la próxima década.
Gracias a ello y a la inversión de sus paraestatales, Brasil logró desacoplar su economía de la recesión de EU –cuyo PIB caerá 5% en 2009– y acoplarla parcialmente a las de China y otros países asiáticos, cuyos PIB crecerán 7%. En cambio, México ha sufrido más, en términos relativos, con la recesión en EU. Se espera una caída de 7% en el PIB este año.
México tiene mucho que aprender de Brasil. Y Brasil debe ser para la izquierda mexicana un referente de éxito. En 2012, el candidato de centro-izquierda debe explicar que si llega a la Presidencia, esto no será el regreso al populismo o al estatismo, sino a una economía justa en la distribución del ingreso, con un comercio exterior diversificado y una política macroeconómica con mejores instrumentos de control.
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